Psicoterapia Contemplativa

La psicoterapia contemplativa es fruto de la convergencia entre la neurociencia, la psicología contemporánea y las prácticas contemplativas tradicionales. Las investigaciones en torno a la meditación y las intervenciones eficaces de la atención plena en las últimas dos décadas, han resultado ser suficientemente sólidas y efectivas para favorecer una integración más amplia de la psicoterapia con la contemplación.

Estas líneas convergentes de influencia se han unido para fomentar un cambio radical en el enfoque de la ciencia convencional hacia las prácticas humanas, descartadas durante mucho tiempo por no ser consideradas científicas. Ahora que la brecha moderna entre la ciencia y la contemplación se está acortando cada vez más, estamos en condiciones propicias para poner la práctica contemplativa en diálogo con la neuropsicología y la práctica de la psicoterapia.

Las raíces históricas de la práctica moderna de lo que hoy se conoce como psicoterapia, se encuentran en las tradiciones antiguas griegas de la pedagogía presocrática y socrática. De la tradición contemplativa se derivan la práctica de la atención plena, la meditación, y las prácticas generativas que favorecen el cultivo de la compasión, la empatía, la resiliencia y el gozo, junto con una comprensión altamente sofisticada del funcionamiento de la mente en la cordura y en la confusión.

De la psicología occidental proviene la investigación de las etapas del desarrollo humano, un lenguaje preciso para tratar los trastornos mentales y el enfoque íntimo de trabajo con las personas conocido como “psicoterapia”.

En un sentido amplio, las prácticas contemplativas son métodos para desarrollar la concentración, la comprensión profunda, y el cultivo de la conciencia y la compasión. Constituyen un medio eficaz para disciplinar la atención en nuestra época caracterizada por la dispersión y el ritmo vertiginoso de la vida. Son prácticas que fomentan el respeto, la participación y la conciencia de interconectividad, y que favorecen actitudes como la curiosidad y el asombro, en lugar del cinismo y la desesperación.

Las prácticas contemplativas son muy variadas, incluyen: prácticas sentadas, caminando, acostados; en quietud o en movimiento; la escucha profunda, la reflexión y el cuestionamiento radical; la visualización guiada y la imaginación activa; el trabajo corporal; el masaje y el tacto consciente; la música, y el canto; las técnicas de enfoque y de concentración; experimentos lingüísticos a través de la escritura libre, la poesía y el diario; y la creación de imágenes visuales para representar estas experiencias.

La contemplación puede describirse como una forma de ver que es distinta del pensamiento racional. El psicólogo Tobin Hart afirma que la contemplación, «incluye la capacidad humana natural de conocer a través del silencio, de la interiorización, de la reflexión profunda, de la mirada sostenida, de la observación desapegada de los contenidos de nuestra conciencia». En un mundo asolado por el conflicto, el cultivo exclusivo del pensamiento crítico y analítico conduce a un conocimiento parcial, mientras que la contemplación nos brinda sabiduría y el conocimiento profundo de la interconectividad de todas las cosas, una aproximación sumamente necesaria en el momento histórico en el que nos encontramos.

Practicar significa muchas cosas: escuchar, pensar, examinar y reflexionar sobre las enseñanzas que recibimos; orar y meditar; familiarizarnos con una manera nueva de estar en el mundo; y actuar, integrar las comprensiones en nuestra vida diaria. En realidad, practicar significa prestar atención a nuestros pensamientos, a nuestras sensaciones corporales, a nuestras palabras y acciones, momento a momento.


La contemplación se halla en el corazón del conocimiento, ya que contemplar en profundidad equivale a ver. La contemplación se fundamenta en el desarrollo de nuestra capacidad para vivir en la incertidumbre y para poder acoger los aspectos opuestos de la realidad. ¿Podemos aprender a vivir con serenidad en medio de la incertidumbre? ¿Podemos aprender a ver las cosas y a los diferentes sucesos conectados entre sí?

El árbol de las prácticas contemplativas